El póker es un juego de gente que se juega con naipes: Doyle Brunson.

Una de las leyendas vivas del póker es sin duda Doyle Brunson, que está involucrado en el juego del póker desde literalmente, sus orígenes. No es la intención de esta publicación abordar esos detalles, que por cierto bastante interesantes son, si no más bien abordar aquella frase que acuñó y que terminaría por convertirse hace alrededor de 22 años, en una mención icónica del póker.

Brunson ha escrito una amplia variedad de libros que son un referente obligado para aquellos que se inician en este maravilloso juego. Ha escrito una extensa bibliografía con fundamentos técnicos del juego, pero también ha escrito acerca de su vida como jugador de póker y parte de ella abarcó sus inicios, como mencionamos anteriormente, por allá de 1960 que comenzaba a ser un juego poco a poco más popular y mucho antes de que naciera la World Series of Poker, por allá de los años 1971 – 1973 cuando contaría con el registro de apenas 6 a 8 participantes.

En uno de estos entretenidos libros, en donde Brunson narra de manera muy amena todas sus aventuras en torno al juego, contó acerca de como había adaptado su juego exitosamente dependiendo totalmente de la persona que tenía enfrente en el momento en el que estaba jugando la mano en turno.

Así, platicaba que tan importante es saber quien es la persona en el momento que está jugando sus cartas contra ti y en ocasiones por difícil de creer que parezca, esa persona es diferente al día anterior, por una serie de circunstancias que jugaron un papel importante en ello.

Y esta historia comienza en uno de los caminos de Amarillo, Texas, en el año de 1961 cuando su automóvil se descompuso. Este tramo en donde se encontraba, por cierto, era uno de los más solitarios en donde a duras penas consigue toparse uno con un animal salvaje, si a caso le va bien.

Gran fortuna tuvo cuando vio acercarse las luces de lo que sería un flamante Cadillac nuevo (esos autos eran la representación del lujo en aquella época) y cuyo conductor, Justin, le preguntó si necesitaba un «aventón». Justin era un joven ligero, muy simpático y bastante modesto, según Brunson recordaba, además de desplegar un juego bastante conservador que de hecho, no le impresionaba en lo más mínimo.

Y de hecho, en esas circunstancias, Justin estaba muy lejos de mostrar la modestia que Doyle recordaba, pues en el asiento de al lado, una bella joven, que presentaría como Caroline, era su acompañante y claramente se desvivía en alabanzas hacia él.

Todo eso era totalmente contrastante con el joven que vestía de manera descuidada y manejaba un auto destartalado y en malas condiciones, hace apenas una semana antes. En todo el camino, no paró de presumir lo bueno que era jugando y cuanto dinero estaba ganando jugando al póker.

Caroline mencionó en algún punto que Justin comentó que él le había enseñado a jugar a Doyle, y él ciertamente pareció estar avergonzado intentando desviar rápidamente el tema diciendo que lo había blufeado tres veces en esa última semana. Muy sabiamente Doyle no quiso seguirle el juego detectando una oportunidad por donde podría obtener su dinero más adelante. Además no parecía propio contrarrestar el ataque a quien en realidad le había salvado de una muy mala noche varado a la mitad de la solitaria y fría carretera.

Más adelante volvieron a coincidir en una mesa de juego, en donde Justin trajo USD$10,000 a la mesa (que en ese entonces podían considerarse como una pequeña fortuna) y cuando comenzó ganando un poco por acá y otro poco por allá, Caroline no dejaba de exclamar cosas como «¨¡Oh Justin, eres el mejor!» y otras ridiculeces parecidas.

El momento adecuado del contraataque.

Apenas Justin intentó hacer un bluff contra Doyle, este le igualó inmediatamente. Sabía ya de antemano, por todo lo sucedido con anterioridad, que tendría que hacerlo mucho más a menudo ahora, incluso cuando en realidad con anterioridad Justin realmente había intentado blufearle en muy pocas ocasiones (pues como mencionó Doyle, le recordaba por un juego sumamente conservador que difícilmente le impresionaba). Estaba ante un nuevo Justin, que era muy diferente al Justin que había enfrentado la semana anterior. Lo que hay que hacer es jugar contra la persona que son en ese justo momento, no importa quienes hayan sido ayer, o hace una semana. Si has percibido un cambio y el camino es claro, adelante entonces. El que hayan habido dos semanas de un clima precioso y soleado no quita que si en un momento determinado comienza a llover, sacamos el paraguas para no mojarnos.

Entonces, Brunson igualó su apuesta y lo atrapó en un farol. Un Justin sorprendido le explicaba a Caroline que el solo habría pagado esa apuesta una en un millón de veces.

La siguiente ocasión habrá sido la segunda en un millón, ya que minutos después volvió a atraparlo en otro bluff en donde le arrebató otra buena porción de su ya mermado stack. Ahora Caroline exclamaba cosas del estilo «¡Oh Dios mío!» y similares. No pasó mucho tiempo más para que Justin perdiera todo su dinero y exclamara enojado y totalmente fuera de si un «¡cállate!» a su bella acompañante desapareciendo del escenario en un abrir y cerrar de ojos.

Nunca más le volvieron a ver por esos rumbos.

Doyle Brunson

La lección que trae esta entretenida anécdota, es que Doyle, un verdadero jugador de colmillos largos y retorcidos, supo adaptarse al nuevo Justin que identificó aquella noche en la carretera. Lo vio en su Cadillac nuevo, con su hermosa acompañante, pretendiendo ser alguien que no era. Así que cuando se sentó nuevamente con él en la mesa de póker, supo ignorar todo lo que sabía de él respecto a sus tendencias y su comportamiento, para adaptar su estrategia al nuevo Justin que tenía justo enfrente y que iba a intentar pisotearlo como había imaginado que hacía en el mundo de fantasía que se estaba construyendo para él mismo.

Y es por eso que la icónica frase «El póker es un juego de gente que se juega con naipes» tiene tanta belleza en su interior. Así es como se juega contra la gente en el póker y si la gente cambia, uno también debe de hacerlo y adaptarse de la mejor forma posible. Ese, es el secreto para ganar en el póker.

Nota: este artículo tomó partes de BRUNSON: el poker es un juego de gente (explicado), escrito por Nicolás Aguirre para pensarpoker.com.

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